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historia del toeldeo romano

  • Foto del escritor: museografiayromano
    museografiayromano
  • 3 may 2018
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 4 may 2018

HISTORIA DEL TOLEDO ROMANO



INTRODUCCIÓN

La población de Toledo se encuentra en el centro de la Península Ibérica, a 70km. al sur de Madrid. Es la capital de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.

Todos los pueblos que han llegado a la Península Ibérica han dejado huella de su cultura en esta ciudad definida ya por el romano Tito Livio como “parva urbs, sed loco munitia” (lugar pequeño pero bien fortificado)

Los romanos fueron los primeros que le dieron el nombre de Toletum, cuyo significado vendría a ser levantado o en alto.

En el año 192 a.C. la población carpetana de Toletum es conquistada por las legiones romanas comandadas por Marco Fluvio Nuvilor.

Entre los siglo IV y III a.C. ya aparece como una ciudad carpetana de la Celtiberia. En el año 192 a.C. es incorporada a la provincia Cartaginense, apareciendo en los textos de los historiadores clásicos. Así, el primero de ellos es Tito Livio. Las campañas de Sempronio Graco en el 179 a. C. pacificaron la zona, iniciándose el proceso de romanización. Toledo sirvió a partir de ese momento como base para la conquista de la Meseta Norte.







De la etapa republicana se desconoce casi todo salvo algunos restos arqueológicos. De ese periodo destaca la numismática, se acuñaron ases de bronce con la leyenda Tole en el exergo. En general se dio continuación del modo de vida indígena, convirtiéndose en una ciudad estipendiara, es decir, que paga tributo o "stipendium" a Roma. Por otro lado, la máxima autoridad del territorio sería ya un Gobernador provincial, representante del Senado de Roma en la zona.

En época augusta se iniciaría un programa monumental que la equipararía a una verdadera urbs romana.​ El exterior de la ciudad daría una imagen de "ciudad-fachada", condicionada por la topografía del lugar. En el interior, se desconoce donde se situarían el foro, las basílicas y templos, planteándose que estuvieran bajo el actual Alcázar o en la zona del Ayuntamiento. Sí se conocen la situación del circo y el teatro (en el parque de Carmelitas), el anfiteatro (Covachuelas), acueducto y Puente de Alcántara así como la necrópolis.

Además de estos restos constructivos, se han hallado diversos documentos epigráficos y numismáticos con los de Polán, donde se localizó una estela funeraria, datada por el Conde de Cedillo en el siglo II – III y dedicada a AVFIDIA MONICA, fallecida a los catorce años, hija de LVPERCO. Lo mismo ocurre en Sonseca, con el hallazgo de varias monedas romanas del siglo II – IV d.C. principalmente de Trajano, y un cipo sepulcral con inscripción funeraria "BANDU FLI VIC. TES IEX VOTOTI B MEDIT.", según el profesor alemán Géza Alfondy.

Inscripciones de finales del siglo I y principios del siglo II demuestran la municipalidad de Toledo, al mostrar la presencia de "decuriones", figuras existentes sólo en lugares con rango de municipio.​ Sobre cuándo sucedió el cambio de estamento se debaten dos posibles opciones: o bien en la época Augusta o bien en la época flavia, siendo más posible la primera opción según los historiadores locales.


El periodo de dominación romana en la urbe trajo consigo su reconstrucción y amurallamiento, pasando de ser considerada una acrópolis fortificada a un municipio de gran valor estratégico. Se la dotó de grandes edificios, un sistema de cloacas, un acueducto e, incluso, de un grandioso circo. Desgraciadamente, poco se ha conservado en Toledo del periodo romano; todavía se pueden ver, en los sótanos de la Mezquita de las Tornerías, los depósitos intermedios o "castellum aquae" y, en la calle de San Ginés, la cueva de Hércules de la que habla la leyenda. En la plaza de Amador de los Ríos encontramos bóvedas y estructuras que parecen pertenecer a las Termas y, por último, cerca del puente de Alcántara, todavía pueden verse restos del acueducto que abastecía de agua a la ciudad. El programa romano de construcción de calzadas otorga mayor importancia a la ciudad, al ser un nudo de comunicaciones importante en la vía que enlaza las importantes ciudades de Emerita Augusta con Caesaraugusta. Además, durante la época de Octavio Augusto, en Toletum se realizan numerosas construcciones públicas, lo que continuará en los años siguientes. En tiempos de la República, Toletum obtuvo el derecho de acuñación de moneda, siendo famosas y célebres también sus espadas y cuchillos, como atestigua el poeta Gracio Falisco en su obra "Cynegético". Existe cierta polémica entre los historiadores, que creen que Toledo fue una colonia romana, a pesar de la inexistencia de textos que lo demuestran; lo que sí es cierto es su importancia como municipio, ya que figuran en los itinerarios de cónsules y pretores. La descripción de los caminos que pasaban por ella, el establecimiento del tribunal contra los cristianos, bajo el pretor Daciano, en tiempos de Diocleciano, o el primer Concilio cristiano en el año 400, dejan clara su importancia. Los restos arqueológicos permiten afirmar que, a partir del siglo I, se produjo la expansión del casco urbano y la creación de un área lúdica y de recreo con el circo y el anfiteatro, desaparecido, en el actual barrio de las Covachuelas. También aquí encontramos restos de villas suburbanas decoradas con mosaicos polícromos, de los que se conservan dos, y restos de una necrópolis a la altura de la Avenida de la Reconquista, de la que se han hallado tres tumbas. Toletum se convirtió en una ciudad de cierta envergadura, con dos áreas bien diferenciadas, la político-administrativa y religiosa, en el interior del recinto amurallado, y la lúdica, fuera de las murallas. La crisis y disolución del imperio Romano de Occidente hizo posible la entrada en la Península Ibérica de pueblos bárbaros. Primero los alanos y luego los godos conquistaron la ciudad, estableciéndose en ella una parte de éstos últimos e instaurando una monarquía.


GOBIERNO

La Curia al igual que en Roma era el órgano más importante y estaba compuesta casi exclusivamente por todos aquellos ciudadanos que hubieran ocupado previamente una magistratura. Los distintos magistrados se elegían mediante un proceso electoral y luego eran proclamados por la Curia. Su duración variaba, siendo normalmente de un año. La magistratura más importante era la del "duumvirato", ocupado por dos ciudadanos y que presidía la Curia.


ECONOMÍA

La principal actividad económica era la producción agrícola, muy favorecida por las condiciones del terreno que rodeaba a la ciudad. Con la progresiva romanización hubo un desarrollo del comercio a media y larga distancia. Por ello, se encuentran restos arqueológicos de importaciones a partir del siglo II a. C. Un comercio también beneficiado por la creación de una red viaria que situó a Toledo como cruce de caminos.

La intensificación comercial produjo la creación de centros de producción locales de cerámicas que tuvieron una importancia a nivel regional. Estos centros se originaron al principio del siglo I como una mezcla de tradiciones indígenas y de las cerámicas importadas. La producción de otros bienes manufacturados es peor conocida aunque ya existiría el trabajo del hierro.

La administración romana mantuvo la minería, practicada ya por pobladores anteriores. Concretamente se extraía cobre y plomo.


HÁBITAT

Desde el punto de vista del hábitat, las fuentes citan dos tipos de núcleos de población: las villae y las ciudades y mansiones.

Sobre las villae habría que decir que se trata de unidades de población en el campo que representan un sistema de explotación económica de la tierra, ubicadas normalmente en zonas de llanura, junto a algún río y no muy lejos de alguna vía o calzada romana. En la Comarca de Montes de Toledo, son numerosos los asentamientos de estas características, como lo atestiguan los vestigios de material cerámico de Terra Sigillata, localizados en casi todos los municipios de la comarca: Ajofrín, Almonacid de Toledo, Gálvez, Hontanar, Los Navalmorales, Manzaneque, Marjaliza, Mascaraque, Menasalbas, Mora, Noéz, Pulgar, San Martín de Montalbán, San Martin de Pusa, Sonseca, Totanés, Urda, Las Ventas con Peña Aguilera, Villarejo de Montalbán y Los Yébenes.

En cuanto a las ciudades y mansiones las fuentes mencionan una serie de núcleos entre los que se encuentra Consabura que aparece mencionado anteriormente en la Vía 30 del Itinerario de Antonino, como Consabro.

Consabura se identificaría con la actual Consuegra, donde según los restos arqueológicos existiría una presencia romana desde los primeros momentos de la conquista. La extensión que llegó a ocupar este lugar es imprecisa pero lo cierto es que las fuentes hablan de la antigua grandeza de Consabura. Además este territorio se caracterizaría principalmente por ser un nudo de comunicación, respaldado por la existencia de dos agentes físicos importantes: un cerro testigo (Cerro Calderico) y en segundo lugar, proximidad y abundancia de cursos de agua.

Así pues, en el término municipal de Consuegra se han hallado numerosos restos romanos


BAJO IMPERIO

El bajo imperio va desde el siglo III al siglo V se caracteriza por la decadencia de los núcleos de población romanos y por el auge del cristianismo especialmente desde el emperador Constantino I el Grande. En Toledo esto ocurre sólo en parte ya que no se aprecia una decadencia de la ciudad e incluso se puede hablar de un potenciamiento al convertirse en una importante sede episcopal. Este potenciamiento es más evidente por la decadencia que si afecta a otros núcleos de población cercanos de la provincia como Consabura (Consuegra) o Segóbriga.​

Parece que ya en el siglo III se situaba una sede episcopal en Toledo, aunque fue en el siglo siguiente cuando alcanzó su formación completa. La decadencia del Imperio Romano llevó a una grave crisis de su administración a lo largo del siglo V, algo que se reflejó claramente en la ciudad. Así en ese siglo las estructuras de poder cambiaron de manos, pasando de las autoridades públicas romanos a las eclesiásticas y así toda la vida de la ciudad giraba en torno a la sede episcopal.

COMPARACIÓN CON ROMA

Como afirma el escritor D. Luis Moreno Nieto en su libro “Toledo, sucesos, anécdotas y curiosidades”. “De antiguo viene el decir en historias y descripciones que entre las dos Romas, la del Tíber y la del Tajo – u occidental -, existen puntos de semejanza y hasta se ha llegado a afirmar que algunos detalles de la ciudad carpetana fueron copiados de la capital del Imperio Romano”.

Toledo, durante la dominación romana, si fue una ciudad importante en el marco imperial. Gozó, como hemos mencionado anteriormente, de Procónsules, Magistrados, privilegios, monumentos, legión, vías, oficinas públicas, imponiéndose el idioma (latín), las costumbres y las creencias paganas romanas en secución del idioma celtíbero y de los ritos y ceremonias prehistóricos rudimentarios, y es lógico pensar que nombres, personas, lugares, tomaran a imagen y semejanza las características de la capital del Imperio, nombres y costumbres que desaparecieron con la llegada de los visigodos.

Una relación que hace D. Luis Moreno de lugares de la antigua Roma que tuvieron y tienen sus similitudes en la Toledo hispana son:

– Vicus Novus

– Vicus Floximus

– Sandalario.

– Barrio de Taberneros.

– Barrio de tres calles.

– Libicus Publicus.

– Arcus Bifrons.

– Forum maius.

– Vicus Frumentarius.

– Campo Marcio.

– Arbol Santa.


– Barrio Nuevo

– El Alfahar o alfares

– Zapatería y Chapinería.

– Tendillas de San Nicolás y Sancho Bienaya.

– Cuatro Calles.

– Calle del Cristo de la Cruz (Torrentero).

– Arco de Barrio Nuevo o de la Judería.

– Plaza Mayor.

– Alhóndiga.

– La Vega Baja.

– Alamillo de San Cristóbal; durante la dominación romana,

estuvo dedicado a Hércules.

Se dice a Roma la ciudad de las siete colinas, pues sobre ellas fue levantada (Montes Capitolino, Palatino, Quirinal…) se dice que Toledo, tuvo en sus días de señora del mundo, sus montes Palatino, Citorio, Capitolino, Celio, Thermal, Aquilino, Viminal y Testáceo. Nombres que se dieron a lugares ahora conocidos por San Román, Montichel, el Cerro del Alcázar…

El primero que nombra a Toledo como la Roma Española es Tirso de Molina en su obra Los cigarrales de Toledo: «Roma segunda y corazón de España»; también, en el mismo siglo XVII, el conde de Mora la compara con Roma; después, son Sixto Ramón Parro y Gustavo Adolfo Bécquer los que utilizan igual apelativo en diferentes momentos de su obra. Todo esto unido es, sin duda, lo que hizo que el error derivara en costumbre. Sin embargo se ha dicho que no hay 7 si no 9.




 
 
 

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